jueves, 3 de febrero de 2011

Un maño con maña para la poesía

Amor. Así se titula la obra poética del aragonés Manuel Vilas.

Un escritor único que ha empezado a ser conocido gracias a sus personalísimos trabajos en prosa, España y Aire Nuestro.


Necesito contribuir al contagio del virus Vilas. Como lírico no malgasta un verso. Escribe a fuego y sangre.

Con una intensidad casi violenta.

Habla de las mujeres («no las ves que están agotadas, que no se tienen en pie, que son ellas las que sostienen cualquier ciudad, todas las ciudades»), de las manos de las cajeras («manos atadas a una caja registradora, manos cansadas, uñas rotas») o de conducir de noche por las autopistas con los ojos ardiendo simplemente para ver el mar («y ya estoy con los pies en el agua y miro al cielo»).

Habla de música, de la banda sonora pop y rock de nuestras vidas, habla de Estocolmo y de La Habana y de un Mazda 6. Habla de vivir a la velocidad del rayo y de escribir con el estruendo del trueno.

Y habla, por supuesto, de Zaragoza, este maño que se da una maña alucinante para estremecernos con sus poemas.

A Manuel Vilas solo le interesan las personas vivas, de sensibilidad extrema, a los que les late el corazón, tictac, sobre las mesas. Huye de los seres de cartón con cara de piedra.

Lo suyo son segundos eternos de un poeta en llamas.
http://www.lavozdegalicia.es/opinion/2011/02/03/0003_201102G3P192.htm

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