domingo, 20 de febrero de 2011

Antonio Machado sube al altar

El poeta que nunca persiguió la gloria está en un altar. Antonio Machado (Sevilla, 1875) cruzó a pie, empapado de lluvia y congoja, el último trecho de la frontera francesa el 27 de enero de 1939. Atrás dejaba una guerra perdida. Por delante, no veía nada: sobrevivió 26 días. En la pensión Quintana de Collioure hizo varias cosas por última vez: pasear hasta el mar, corregir un poema, escribir un nuevo verso ("Estos días azules y este sol de la infancia") y anotar en inglés el comienzo del monólogo de Hamlet ("To be or not to be") sobre un papel arrugado que su hermano José encontró en el bolsillo del gabán varios días después. El escritor Jean Cassou, en nombre de un grupo de artistas franceses, propuso que sus cenizas se trasladasen a París, pero José Machado declinó la oferta. "Preferimos que durmiese el último sueño en el sencillo pueblo de pescadores de Collioure. Y en él esperará hasta que la bárbara guerra termine con el triunfo de la libertad y pueda ser trasladado, con la madre, y ya para siempre, a Madrid, la heroica ciudad cantada por él", escribió a su llegada a Chile, en 1940, en Últimas soledades del poeta Antonio Machado.
La libertad se hizo de rogar 40 años, demasiados para que un símbolo descanse en un nicho provisional. En 1958, los restos de Machado y su madre, Ana Ruiz, fallecida pocos días después de su hijo, pasaron a una tumba propia, financiada por un centenar de donantes, entre los que se incluyeron el escritor André Malraux, el expresidente colombiano Eduardo Santos, la librería Gallimard o el sindicato UGT. Lo provisional se eternizó. Más o menos entonces, calcula la historiadora Verónica Sierra, profesora de la Universidad de Alcalá de Henares, comienzan a aparecer escritos sobre la tumba. Le pedían favores, como preces laicas, y perdón. Con los años, va a más. La Fundación Antonio Machado de Collioure instala en 1983 un buzón junto a la lápida para evitar la destrucción de los mensajes. En los seis años siguientes se recogieron 2.000 cartas, aunque la mayoría se han perdido.
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Antonio/Machado/sube/altar/elpepicul/2010elpepicul_1/Tes

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