sábado, 5 de febrero de 2011

Carlos Aganzo ilumina el Café España con jazz y poesía

Los poetas que aman la música buscan viejos cafés para ofrecer sus sentimientos más íntimos. Carlos Aganzo llenó el Café España de luz, color, jazz y poesía al calor de sus amigos más queridos y muchos compañeros poetas, escritores, músicos, pintores, fotógrafos y representantes de la cultura vallisoletana. El director de EL NORTE DE CASTILLA presentó su libro 'Las voces encendidas' con el que ha ganado la vigésima edición del prestigioso Premio Gil de Biedma. En apenas una hora, rindió homenaje a sus dos grandes pasiones, el jazz y la poesía.
Angélica Tanarro, compañera, amiga y también poeta, destacó el valor del poeta en su búsqueda «de la verdad y la belleza. Es una poesía que reclama silencio, soledad, aislarse en busca del fuego sagrado. Todo eso está en 'Las voces encendidas', hagan el viaje con él».
Fermín Herrero expresó la «generosidad de Carlos, impropia entre poetas, donde no existe la envidia sana». Sin parones, vacíos ni silencios, cuatro amigos de autor, Mario Pérez Antolín, Ana Agustín, José María Muñoz Quirós y José Pulido, poetas todos ellos vinculados a Carlos Aganzo en su etapa abulense, leyeron dos poemas cada uno de 'Las voces encendidas'. «Son versos en la noche, es la belleza humana».
Carlos Aganzo cerró el acto con la lectura de cuatro poemas, uno por cada letra de la palabra jazz, la música que le brota de alma, acompañado por el músico y dibujante Naiel Ibarrola, que compuso los cuatro temas de jazz para piano y los cuatro dibujos exclusivamente para la ocasión.
Mientras sonaban las envolventes notas del piano, el poeta fue desgranando los versos, recordaba a sus músicos favoritos, Dixie Gillespie, Thelonius Monk, Miles Davis, Chet Baker «esta música negra es tan bella e inquietante como una rosa negra» repetía en el principio y final de cada poema, de cada composición «melodía que anuncia tristeza», «música que quiebra espíritus cobardes», «sin dolor, sin destino, esta música negra...»
Carlos Aganzo dedicó el libro a su mujer, Susana Saura, autora de la portada, binomio de vida y pasión, tan antiguo como el mundo, como la luz, como la negra noche, como la vida.

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