lunes, 7 de febrero de 2011

La poesía desnudada por un soltero, incluso

Muchos sabemos que buscar libros de poesía en las librerías de México, y en muchas bibliotecas, es una tarea inútil, o casi.

Pocas editoriales se arriesgan a publicar poemas porque son “artículos” que no se venden.



La poesía ha venido a convertirse en un arte oficialmente subvencionado, como el teatro, la ópera o la danza. Se escribe poesía a cuenta y riesgo del autor, en todos los sentidos.

Y cuando su trabajo llega a publicarse, lo es —oh, Dios— gracias a instituciones gubernamentales, a convenios multitudinarios o, si es posible, a la propia iniciativa el autor.

El tema es escabroso y apasionante: ¿qué pasa con la poesía, con la actividad lectora, con el papel de las sociedades, con la actitud del Poder ante las obras del arte? Habrá que irse por partes: con la poesía sucede lo mismo que con todo lo que puebla este plantea: ha evolucionado.

De hecho, las artes viven desde hace varios años —o décadas— una metamorfosis extraordinaria, no sé si “inédita”.

La tecnología digital, por ejemplo, ha abierto la página del libro convencional a la tridimensionalidad, al sonido y al movimiento, como alguna vez lo soñaron Mallarmé, Apollinaire y los poetas concretos. La poesía, pues, “no es la misma” de unas décadas a esta parte, aunque sigue siendo consustancial al espíritu humano por razones evidentísimas.

¿Esta vertiginosa evolución poética ha alejado al público lector? Creo que sí, pero eso no significa que la poesía deba detenerse o retroceder hacia una retórica clasicista, romántica o modernista. Tampoco se puede “culpar” a los lectores o a los potenciales “consumidores” de poesía.

Es probable, esto es, se puede probar que en el problema de la dicotomía entre arte (poesía) y sociedad subyace —entre otras— una razón política endémica, una razón ante la cual el Poder y cualquiera de sus rostros suelen sentirse agredidos: leer (contemplar, escuchar) es reflexionar, reflexionar es comprender, comprender es, ineluctablemente, mutar. Y ya sabemos...

Pensemos en México y en una de sus falsas controversias: Jaime Sabines es el poeta coloquial, el poeta del pueblo; Octavio Paz es el poeta elitista, el poeta sofisticado. Se supone que todos aman a “La Tía Chofi” y a “Los Amorosos”, para no citar al gran poema que Sabines dedicó a la muerte de su padre. Se supone que “Piedra de Sol” e “Himno entre Ruinas” son poemas inextricables, y que “Blanco” es ya demasiado. ¿Quién que de verdad haya leído poesía podría sostener la validez de semejante “paradigmática” controversia? ¿Quién inventó este timo?

Ante la poesía, todas las contradicciones son imaginables: Hitler expulsa o asesina “por degenerados” a muchos poetas y artistas; Franco pretende aniquilar no sólo a Federico García Lorca sino a todo lo que éste significa, ¿o fueron tan estúpidos que ni siquiera supieron a quién/es y a qué asesinaban?

En México, la Revolución es convertida en mitología retórica; en la vieja URSS se obliga a los artistas a perpetrar un “realismo socialista” declamatorio y autocomplaciente.

¿Quién entiende al Poder? ¿Es mejor recitar en automático versos que han sido vaciados de sentido gracias a la deglución de un Calibán que es capaz de asimilar hasta la poesía más rev(b)eladora?
http://www.vanguardia.com.mx/lapoesiadesnudadaporunsolteroincluso-645-columna.html

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